Hablando con la roca en el desierto....II

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"Recuerdo que cuando era una niña no me importaba nada. Me acostaba por la noche y me quedaba dormida en la cama antes de terminar de rezar, posición incluida. Mi tío, que por aquel entonces estaba en casa de vacaciones, decidíó inmortalizar el momento para recordármelo el resto de mi vida. Y cada vez que veo esa fotografía no puedo evitar sonreír y acordarme de lo feliz que era en ese instante. Pero el tiempo pasa, yo crecí y empecé a cuestionarme cada cosa que hacía y dejaba de hacer, comencé a ver como problema hasta la más mínima tontería y a no disfrutar de los momentos que a fin de cuentas es lo único que nos llevamos. Es lo que recordamos.
Mi mamá siempre me repite que en este mundo hay sólo una persona que jamás nos va a abandonar: nosotros mismos. Cuando tenía más o menos 14 años, pensaba: ¡Qué escéptica, mami! A día de hoy me acerco más a su modo de pensar que al que tenía hace 6 años. Triste, pero es una verdad. Al menos me alegra saber que si un día sentí lo contrario, puedo volver a sentirlo y si así no es, no será porque no lo haya intentado.
¿A qué viene todo esto? me estoy preguntando yo misma. Me encanta escuchar hablar a la gente mayor, tienen consejos muy útiles que regalarnos y que me hacen reflexionar y cuestionarme la visión de la vida. A eso viene todo esto. Sé que llegará el día en que empiece a disfrutar de verdad la vida, y ese día echaré la mirada hacia atrás y me cabrearé por la actitud que tengo hoy. Como ellos dicen: cada cosa tiene su etapa, cada cosa a su tiempo.
Vivir de tal forma que cuando seas mayor y mires hacia atrás te des cuenta de que no dejaste de hacer nada que quisiste por el miedo"
Y mientras escribo estas líneas suena el maestro Louis Armstrong. Grande.

Nina 

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