Hola y hasta pronto...!

19:19

Empecé este pequeño proyecto personal hace ya dos años llena de ilusión y muchas ganas de hacerlo crecer cada día un poquito más.... (Yes, sure, whatever, Karen) ¡Error! Me hizo falta verme atareada con un par de asuntos para olvidarme de todas mis buenas intenciones.
Hace ya un par de meses que no aparezco por aquí, y no hay, como siempre, excusa que justifique semejante dejadez. Con esta ya van dos las veces que me he jurado continuar actualizando este blog, y será la definitiva. No me hará falta aplicar aquello de "a la tercera va la vencida" esta vez. I promised.

(Karen escribiendo a fecha de agosto de 2014: Sé qué juré mil veces que no habría una tercera vez, pero como bien sabéis no hay dos sin tres y que blablabla -bullshit- )

Ahora en serio, sólo quería deciros que retomo mi blog con las energías renovadas y toda la ilusión con la escribí mi primer post, allá por julio de 2011. Estos últimos días han sido además muy especiales para mí, entre otras muchas cosas, porque el pasado 2 de agosto celebré mi primer añito en Londres y cuatro meses viviendo (y sobreviviendo) por mi cuenta. Ha sido sin duda un año lleno de cambios, positivos, menos mal.
Tenía pensado recobrar esta nueva etapa escribiendo mis más profundas reflexiones (¡que no son pocas! ) durante mi estancia en Londres. Pero, "¡bah!" pensé, "¿para qué aburriros?" (Ya habrá tiempo) Así que he decido compartir con vosotros una agradable sorpresa que acabo de encontrar en Borradores: un post (Hasta pronto...!) que empecé a escribir poco antes de dejar Madrid. He de reconocer que me he emocionado al leerla (oh stop it, you!)

Dear blog, prometo no volver a abandonarte de esta manera, never ever.
Os dejo con el "post perdido" y una canción que, básicamente, ha sido mi banda sonora durante un buen tiempo.
Energía positiva a todos! Y, por el amor de Dios, gente, no olvidéis SONREÍR, no cuesta nada y nos alegra la vida!

Nina 


Dos semanas antes de dejar Madrid, todo a mi alrededor adquiría un significado distinto, más especial. El metro, mi parada de autobus, el carrefur de mi barrio, la farmacia que está al lad del Nº82, el N2 que me llevó de vuelta a casa hasta el último día de fiesta que pasé en Madrid, todo.
Pero sobre todo ellos: mi gente. Empecé por mi trabajo, sabía que me iba a costar trabajo no soltar una lagrima. Los últimos días habían sido un completo caos arreglando maletas y asuntos antes de dejar mi hogar; estaba preocupada y más sensible que de costumbre. Llegué más tarde y con prisas cargada de una tarta de queso (mi favorita) y unos cuantos pastelitos, era mi primera despedida.
A dos días de mi viaje, saqué tiempo de donde pude, para despedirme de todos mis amigos. Cada vez me costaba más decirles adiós, me costaba más fingir que estaba absolutamente convencida de la decisión que había tomado, que no tenía miedo, y que a pesar de que me vieran llorar estaba más feliz que una perdiz por la aventura que estaba a punto de empezar. Lloré, lloré muchísimo, solo quería que mi última noche no terminara, (¿verdad, Ana?).
Pero desperté y lo primero que vi fueron las tres maletas junto a mi cama. Le di un repaso a la habitación y a toda la casa por si se me había olvidado algo.
Mientras, mi mamá se empeñaba en mostrar tranquilidad y mucha naturalidad ante el hecho de que "su niña" se iba de casa, emigraba al igual que un día, hace 12 años, ella también lo hizo.
Llegamos al aeropuerto y yo solo podía pensar en cómo sería la más importante de mis despedidas "Mami, creo que ya tengo que entrar" le dije señalando la zona del control policial. Y ella, como pudo, me dio una resignada y triste aprobación. Las dos empezamos a llorar, me deseo lo mejor del mejor del mundo, y yo, poco a poco, me perdí entre la multitud de gente en busca de mi puerta de embarque. Me sentía triste, feliz, preocupada, dubitativa, emocionada. Una nueva aventura, un nuevo capítulo.





You Might Also Like

0 comments