Una catársis llamada Coldplay

22:07



© Holy-dayss Coldplay en Madrid

Estadio Vicente Calderón de Madrid, el reloj marca las 22h en punto y el grito de miles de personas inunda el campo. Las luces se apagan y por un momento sólo somos capaces de ver lo que las inmensas pantallas colocadas sobre el escenario enfocan.
Fuegos artificiales y confetis de miles de colores salen disparados desde lo más alto del estadio. Una emoción invade mi cuerpo y sólo soy capaz de pensar: ¡no puedo creer que esté a punto de ver a Coldplay! 
Chris Martín salta al escenario envuelto en una nube de colores que provienen de los fuegos artificiales. Es casi imposible verle con claridad hasta pasados unos segundos. El resto del grupo se coloca en sus puestos. Acaba de empezar un concierto inolvidable. Los acordes de Hurt Like Heaven inundaron el estadio. El sonido de la batería calentó el ambiente y entre bote y bote, apenas se sentían los 12º de temperatura.

A estas alturas me cuesta recordar el orden exacto en el que sonaron las canciones, y aunque el tracklist del concierto no fue para 10, sí incluía temazos míticos de la banda como Yellow, Violet Hill, Fix You, Clock o In My Place, que provocaron la catársis entre los presentes.
Pero aún no llegaba la mía, ese par de canciones por las que merecía la pena aguantar empujones, pisotones, miradas asesinas que parecían decir: quítate de aquí, ¿no te das cuenta de que no me dejas ver?

Chris Martin empezó a tocar con su guitarra los primeros acordes de Lovers in Japan. "Ahí va la primera" pensé. ¡Qué momentazo! Las pulseras que nos entregaron nada más entrar al estadio se iluminaron: 55.000 personas moviendo sus brazos al ritmo de la música, las gradas tenían vida y a pesar de la oscuridad podíamos verlo. ¿Y yo? Bailaba, cantaba, gritaba, sólo podía hacer eso.

© Holy-dayss. Every Teardrop Is a Waterfall
Pero  la mayor catarsis del concierto aún estaba por llegar. Después de tocar un tema más bien lento, el público necesitaba entusiasmo, necesitaba escuchar esa canción que te hace perder el sentido y la voz de gritar al cantarla. Se intuía que sería la última de todas y así fue, tras casi hora y media de concierto, el escenario se apagó para volver a encenderse con más fuerza que nunca. Llegó su turno: Every Teardrop Is a Waterfall nos llevó a la catarsis que experimenta todo fan.

Del cielo volvió a caer una nube de confetis, y del escenario salían fuegos artificiales, el colofón para poner fin a noche redonda. Me quedé afónica (y un poco sorda también) pero no me importaba. Estaba cantando en directo una de mis canciones favoritas. Dicen que es más bonito lo que sientes, que lo que ves. Pues yo me quedo con esa sensación.

Chris chapurreó su español para despedirse de todos y agradecer el apoyo y el cariño que le habíamos dado. No sin antes arrodillarse y besar el escenario. 

Las prisas, la espera, los empujones, los golpes de fans enloquecidos, todo valió la pena.


© Holy-dayss Coldplay en Madrid

Así viví el concierto y espero repetir. La entrada contiene fotos que mi humilde cámara pudo sacar.



♥ Nina

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