Waiting for something.

16:58



"Pero por esperar, siempre esperamos"




Hace poco leí una entrada en otro blog que hablaba sobre lo grandioso de no esperar nada, donde describía todas las ventajas que aportaba adoptar esta actitud ante la vida, en cualesquiera que sea el ámbito, especialmente en el entorno más cercano.

Y aunque la autora del post reconocía la dificultad, en concreto, emocional, de llevar a cabo esta máxima, las aparentemente tan geniales consecuencias personalmente pienso que merecen poco o nada la pena, ni tampoco creo que sea la actitud.

Pensémoslo, ¿de verdad hay algo que hagamos sin esperar absolutamente nada a cambio? De hecho, me atrevo a asegurar que es precisamente ese el motor que mueve todas nuestras acciones y conductas. Bien lo dijo Newton cuando habló del movimiento: "Con toda acción, ocurre siempre una reacción igual y contraria". El comportamiento humano busca ambos estados y cuando pensamos que no formamos parte de esta espiral, es porque nuestro cerebro se las ha arreglado para enmascararlo de manera insconciente.

Cuando nos llaman para una entrevista de trabajo, por ejemplo, nos arreglamos, la preparamos y vamos porque esperamos conseguir el puesto de trabajo. ¿Verdad? 
Estudiamos un examen y nos esforzámos muchísimo para un proyecto de la universidad/trabajo, porque queremos obtener buenos resultados.
Ofrecemos un asiento a una persona en el transporte público, ¿para que ni siquiera nos mire? Todos esperamos el más mínimo gesto de agradecimiento y amabilidad. Caso contrario, nos sobran los segundos para formarnos una idea negativa de ese persona en nuestra cabeza.

Debo mencionar, por otra parte, que existe una marcada diferencia entre las expectativas que depositamos en la vida, y las habidas en nuestros círculos sociales más cercanos. Inevitablemente, tendemos a asociar nuestro comportamiento reaccional con el de los demás. O dicho de otra manera, esperamos de ellos exactamente la misma actitud que nosotros habríamos tenido. Wrong idea! Eso sí es inevitable, y es en lo que deberíamos trabajar. Es inevitable porque, por ejemplo, a nadie le cabe en la cabeza la idea de recibir aversión o silencio por parte de aquellos a quienes dedicas detalles y pensamientos. 
Quizá la clave radique en aprender a ser más realistas, e imparciales con nuestro entorno y expectativas, más que en la idea de dejar de esperar cosas de la vida y las personas. Evitando de esta forma, decepciones o desilusiones.

Para bien y para mal, somos así, esperamos (casi sin quererlo) acciones de este mundo. Porque el ser humano es un ser reaccional, y la pasividad, en mayor o menor medida ¡acaba por ser aburrida!



Karen A.

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